miércoles, 24 de noviembre de 2010

Leyendo a un pintor

Estoy leyendo un libro, que me está encantando. Se titula “CARTAS A THEO” y es la correspondencia que  el gran pintor Vincent van Gog mantuvo con su hermano Theo. En ella se reflejan las penurias, angustias y miserias que sufría el pintor impresionista, pero también la inmensidad del alma de este hombre, su fe y el escoraje de su arte y vida hacia los más pobres y débiles. Para él la pintura era el instrumento sagrado para traspasar el umbral de  lo material y llegar hasta la zona de la Belleza trascendente: “…dibujar es luchar por atravesar un invisible muro de hierro que parece alzarse entre lo que sientes y lo que eres capaz de hacer…”
Me atrevo a entresacar este  párrafo, porque es emocionante: “Estoy siempre inclinado a creer que el medio de conocer a Dios es amarlo mucho. Ama a tal amigo, tal persona, tal cosa, lo que tú quieras, y estarás en el buen camino para saber más después, he aquí lo que me digo. Pero hay que amar desde una alta y seria simpatía íntima, con voluntad, con inteligencia, y hay que tratar de saber siempre más y mejor. Esto conduce a Dios, esto lleva a la fe inquebrantable. Alguien, para citar un ejemplo, amará a Rembrandt, pero seriamente sabrá que hay un Dios y creerá en él”.
El libro está publicado por Alianza editorial (Madrid 2009).

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