domingo, 23 de enero de 2011

¿Dónde está la casa de mi amigo? 4

LOURDES
Hoy voy a escribir de mi amiga Mari Lourdes. Es más joven que yo, pero nos conocemos desde hace mucho tiempo. Si hubiera una palabra única para definirla sería la dulzura. Aunque la vida para ella no ha sido fácil, sobre todo cuando era muy joven, su paciencia, su corazón abierto y su bondad le han ayudado a superar sus dolorosas pruebas. Ahora es muy feliz cuidando a su anciana madre –la maternal y bondadosa Maruja- y ejerciendo de cariñosa tía con sus sobrinas Nuria y Laura.
Aunque no pudo tener hijos de su matrimonio, ella es una madraza con los hijos de nuestros amigos comunes: así, Martina, Sara, Guillem, Candela, en cuanto le ven se echan en sus brazos con infinita confianza y ella les ofrece su cariño y amor.
A veces le toca padecer alguna que otra broma (especialmente de sus gamberros  hermanos) que, a lo mejor sin  darnos cuenta, es algo brava y  fuertecita pero ella las encaja con estoica parsimonia e incluso con la mejor  de sus sonrisas.
Lourdes está siempre presente en cualquier situación, sobre todo en los momentos en los que hay que prestar algún servicio: siempre atenta donde hay que echar una mano, no se arredra ante  ninguna dificultad; es de esas personas que perecen olvidarse de sí mismas para acordarse de los demás. A veces es tan anónimamente generosa y predispuesta a servir que se nos olvida  a nosotros, ingratos, agradecérselo. Desde aquí mi reconocimiento y agradecimiento. También el de los demás amigos. Si tuviera que buscar algún nombre escrito con oro en la historia del mundo que me recordara el de mi amiga Lourdes, tal vez lo encontraría en Marta, la hermana de Lázaro, el  amigo de Jesús, siempre solícita, siempre atenta a las necesidades de los demás.
Le gusta obsequiar a la gente con pequeños detalles y lo elige siempre con exquisito gusto: es capaz de encontrar los más inverisímiles objetos de los bazares de los chinos para regalar a los demás. Aunque creo que debe quedar bien claro que el mejor regalo que a mí me puede hacer es el de su amistad.

¡Lourdes, entre la primera y la tercera edad, siempre es feliz!

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