martes, 18 de enero de 2011

Por tierras de faraones y momias (1).



Ayer mismo regresé de un viaje casi inesperado a Egipto. Digo inesperado, porque aunque estaba dentro de mis proyectos de viaje, todavía no andaba madurado. Pero me ofrecieron una buena ocasión y la he aprovechado.
¿Hay que decir que ha sido un estupendo viaje? Pues sí y  por muchos motivos. El clima de esos días, muy benigno: como en época de fallas en Valencia. No había grandes masificaciones de turistas. Los compañeros de viaje –diez curas de Asturias- muy agradables y todos de unas edades aproximadas; al ser el grupo tan reducido se hacía muy dúctil. A parte de las noticias de lo que ocurría en Tunez (en Egipto se puede repetir) que me preocupaba y la innumerable policía con metralleta que protege a las zonas turísticas, no ha habido ningún percance. Bueno, a mí la policía me quiso detener porque le había hecho una foto: mi intención era fotografiar a una abuela con ropa típica que iba con el policía. Todo después se resolvió con una propina entregada bajo mano (como es usual en ese país).
Y sobre toda la emoción artística y personal de estar delante y ver esos monumentos que desde niño había visto en las láminas de mis libros escolares y después en revistas y reportajes.
Así que, queridos seguidores,  os voy a castigar contándoos algunas de mis experiencias e impresiones.  Y es que uno se hace viejo y le gusta contar sus batallitas. Procuraré no ser un tostón.

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