martes, 22 de marzo de 2011

Torrente y los demás

No, no he ido a ver  la última película de Santiago Segura: “Torrente 4, lethal crisis”. Hay gente que me lo pregunta, unos porque creen que los que hacemos crítica de cine se ven obligados a ver toda suerte de películas; otros, más por cachondeo, dicen extrañarse de que no la haya sufrido. Por fortuna, y tengo bastante, de las anteriores piezas de la saga del comisario chapucero, he visto alguna secuencia, cuando dichas películas han sido emitidas por la televisión.

Algunos medios han saltado de admiración porque pese a todo, la última película de Santiago Segura ha subido la moral exitosa y económica del cine español en las horas más bajas de su historia (pérdida millonaria de espectadores, escándalos en la Academia, cineastas vendidos al oro de Moscú de la política imperante…). Otros han manifestado su nausea ante espectáculo tan denigrante y humor tan barriobajero como el de este cineasta.

No hace falta afirmar que este señor es un “listillo” y no le da vergüenza decirlo y vivir de ello, mientras hay gente que le aplauda. “Torrente” es el emblema de dos cosas: el nivel cutre del cine español oficial (¡mucho más, que aquel de los años del destape, donde Alfredo Landa se dedicaba a perseguir a suecas en combinación!) y de lo impresentable y feo que ha llegado ser el país actual que nos ha tocado vivir: su cine es  antología-retrato de esa España, canonizada por los poderes públicos.
Y mientras en la cola, un montón de pequeños cineastas, sin subvenciones ni influencias, esperando una oportunidad.

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