miércoles, 16 de marzo de 2011

Una tarde bien empleada

Los martes por la tarde, si no hay algo especial en la parroquia, suelo tener mis horas de asueto. Ayer así lo fue. Iba a ir al cine a primera hora, pero – en esto, naturalmente, soy algo exigente-  no vi en la cartelera ninguna película recién estrenada con aliciente para meterme en la sala oscura, donde cuando veo alguna buena cinta me lleno de felicidad. Así que me fui a unos de mis sitios favoritos, que es la Librería Fnac en la plaza de San Agustín a una hora en que el bullicio fallero de la gente en las calles de la ciudad aun no se había hecho presente dentro.

Una de las fotos del libro de Delibes-Masats

Allí estuve deambulando, sin prisas, entre los objetos que más quiero: libros, discos de música y DVDs de películas. La Fnac tiene para mí además de su gran virtud -gran abundancia de cultura-, tres defectos. Uno grave: la escasez de libros religiosos auténticos y la abundancia de libros y  novelitas de  psudoreligión ahora tan de moda. El segundo es también corregible: el personal que te atiende es escaso y poco comunicativo: siempre tiene enorme prisa, casi hay que perseguirlo para que te atiendan. El otro defecto es menor: lo mal iluminada que está; te dejas las cejas intentando buscar las cosas. (Deberían aprender del Corte Inglés).
Pese a todo, es una gozada para mí pasearme por ese templo de la cultura porque allí tienes de todo. Te quedas pasmado, si eres amigo de los libros, de la inmensa cantidad de ellos que se editan. Te encuentras con novedades de buena literatura (novelas, ensayos, libros de arte) y con viejos amigos de siempre: el inconformista Albert Camús  y su El hombre rebelde  en una nueva edición. El “moralista” Andre Gide,  Italo Calvino…  o unas ediciones de novelas editadas por Salamandra en el formato simpático de una libreta.
Salí de la librería con el sentimiento del adagio latino “ars longa, vita brevis”. Pero lo pasé muy bien. Naturalmente, caí en la tentación de comprarme un DVD: Gran Torino, un CD: Los conciertos para piano 2 y 3 de Rachmaninof y un libro precioso que es un regalo por mi onomástica que llega: Viejas historias de Castilla  la Vieja, de Miguel Delibes, en una edición preciosa ilustrada con fotografías de Ramón Masats.
Aunque parezca un consumista más, ¿a que es un modo muy agradable, sano y dichoso de pasar la tarde? ¡Y lo que me espera disfrutando de lo adquirido!

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