sábado, 30 de abril de 2011

La pelicula de la semana (3)

Código fuente (USA-Francia, 2011) de Duncan Jones.
Las preguntas que siempre nos asedian.

¿Qué somos, quienes somos, por qué somos? ¿Estamos condenados a vivir siempre la misma vida? Esta es la eterna pregunta que nos hacemos los humanos siempre y a la que desde Sócrates  -“conócete a ti mismo”- y  otros muchos grandes emisarios de Dios: Buda, Confucio, Jesús, Mahoma, Gandhi… han intentado a ayudar a responder a estos interrogantes de los hombres. Hoy también quizá en un tono infinitamente menor, pero siempre audible para los que tienen cierta sensibilidad se plantean las mismas cuestiones.  Aquí tenemos una película y a su director que nos hacen la misma y tozuda pregunta que nunca se nos desprende de la piel.
Porque en “Código fuente” se intenta desentrañar estas cuestiones existenciales de nuestra vida y lo que en ella nos acontece, desentrañando la clave del por qué  los seres humanos somos lo que somos y por qué no nos conformamos con nuestro hoy sin que también queremos desentrañar el futuro. Y esto es lo que hace al cine que sea grande a pesar de que las películas que se vean no lo sean, porque incluso dentro de un genero –la ciencia ficción- que no tiene fama de sesudo, se nos brinda  plantearnos reflexiones y discursos, que aunque silenciadas o no explícitas, son eternas, como es la pregunta por el ser y el devenir.
“Código fuente” es pues el filme que me ha hecho sugerir estas cuestiones y está dirigida por Duncan Jones, el hijo del polimórfico cantante David Bowie, cuya ventaja de tener tan famoso padre y buen padrino, no le hace falta, pues se esta haciendo un lugar propio digno de un huérfano no solo de  por esta película y sino también  por su anterior, “Moon”, un filme muy interesante que reflexionaba sobre el mismo asunto.
“Código fuente” nos narra casi en un misma secuencia de ocho minutos que se repite con variantes cada vez: los esfuerzos de un militar investigador que intenta desenmascarar, antes que ocurra, al terrorista que provoca un atentado con una potente bomba en un tren que se dirige a Chicago. Cada vez ocurre lo mismo: la explosión sucede pero en una vista atrás en el tiempo, como si de un bucle del celuloide que se torna a repetir, el protagonista regresa tras del  intenso, trágico y breve evento  y se le da una nueva oportunidad para evitar la catástrofe. ¿Lo conseguirá? La película que da al final un vuelco inesperado y algo embarullado –ése es su talón de Aquiles-, nos lo dirá.
Junto a este discurso reflexivo e interesante que antes señalaba, “Codigo fuente” tiene el aliciente sumado de rendir homenaje implícito al cine de Hichtcock que afirmaba que el suspense funciona cuando hace cómplice al espectador de los peligros que acechan a sus protagonista s que los ignoran y a la vez añade una buena dosis de humor e ironía que alivian la tensión, a veces dura e insostenible.  Así pues tenemos un película digna de ser vista que entretiene y nos hace pensar siguiendo los sustos, precipitaciones y ansiedades de este pobre militar con mucha arrojo y algo más de despiste y mocho mas zozobras (interpretado por Jake Gyllenhaal, siempre con esa cara de victima pasmada)  y condenado a  repetir la historia humana como el mito del eterno retorno de  lo mismo.  Lástima que el final del filme sea tan rebuscado y embarullado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario