lunes, 2 de mayo de 2011

Un domingo agridulce



Ayer fue un día agridulce. Por un lado la alegría de la beatificación de Juan Pablo II, todo un modelo de vida cristiana pero por otro, el fallecimiento súbito y en Roma, del ex arzobispo de Valencia y cardenal Agustín García Gasco, con el que lógicamente como sacerdote de su diócesis tuve muchos contactos. Yo fui designado en su última vez para darle la felicitación navideña representando a todo el clero valenciano. No sé todavía  que día y hora será su entierro en nuestra catedral. Allí estaré para ofrecer mis plegarias por su alma. 

Igual y más particularmente, ayer mismo falleció también el padre de Juan Huélamo, un buen amigo, presidente de la Junta Parroquial de la Semana Santa y eficaz colaborador de la parroquia. Aunque ya era muy mayor, me uno igualmente a la tristeza de su pérdida.

Que ambos descansen en paz.

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