lunes, 20 de junio de 2011

Algunos incomestibles manjares espirituales


Ayer me comentaba el vicario parroquial, cuando acababa de celebrar la misa del Domingo de la Trinidad que no “podía” con el Prefacio de esta fiesta: perfecto teológicamente hablando, pero farragoso e ininteligible como el Misterio mismo. A veces lo litúrgico –le corroboraba yo- se da de bruces con lo pastoral: toda la doctrina profundamente intelectualizada que la teología –sobre todo, la tomista- construyó sobre el Misterio de la Santísima Trinidad, se ha colado tranquilamente en los textos litúrgicos, sin tener casi en cuenta el lenguaje bíblico, más expresivo, más inteligible y cercano. 

No sé si en la reforma de textos que se esta preparando esta fiesta retocará algunos de sus textos (¡demasiado sagrados y por tanto, intocables!). A mí me parece una fiesta innecesaria porque a fin de cuentas todos los domingos son “trinitarios”. Lo mismo ocurre con algunas otras fiestas litúrgicas que son siempre más de lo mismo.

Pero no quiero meterme en camisa de once varas ni caer en la herejía: me declaro fiel hijo de la Iglesia (¡ejem!) y teólogos tiene la Iglesia para formar opinión y fijar  doctrina. Pero insisto: algunos textos de ciertas misas son un rollo.

1 comentario:

  1. Hermano José Luis:
    Comparto completamente tu opinión. El prefacio de ayer es infumable, fruto de la corriente teológica que nace con el Tomismo, que a su vez retoma a San Agustín, quien viendo en el alma humana la impronta de la imagen divina en el hombre inicia todo este recorrido.
    Sin embargo, en el XII hay un recorrido inverso, es decir, viendo que en el hombre hay una imagen trinitaria (imago trinitas llegaran a decir) hacen una reflexión que enriquece la concepción del hombre. De ahí nace el Prefacio Dominical VII que habla también de la Trinidad, que edifica la Iglesia y la Familia human.
    Para mi es un lenguaje mucho más accesible al hombre de hoy y menos abstracto.

    Yo ayer concelebré con un compañero y cuando le sugerí de usar ese prefacio, con la mirada me sentí excomulgado y casi metido en la hoguera. Así que, cuidando siempre la liturgia y sabiendo que no es nuestra sino que la recibimos de la Iglesia, intentamos hacerla siempre cercana al hombre de hoy sin eliminar nunca el elemento trascendente que, en mi modo de ver, no tiene por qué ir ligado a la "extraño".

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