sábado, 25 de junio de 2011

En el Corpus de Toledo


He tenido la oportunidad de estar dos días en Toledo, para asistir a la fiesta del Corpus Christi  que se celebra allí tal como litúrgicamente siempre se ha hecho, en jueves, y me ha gustado mucho. No soy un habitual “mirón” de procesiones (ya tengo bastantes que presidir) pero la esplendorosa belleza del Corpus de Toledo me ha seducido. He visto mucho respeto, mucha tradición, y una expresión estética muy autentica del fenómeno religioso y eminentemente cristiano que es la veneración y adoración del Santísimo Sacramento.

Naturalmente que Toledo es una ciudad preciosa que en su casco antiguo ha conservado todo su encanto histórico más que  milenario. Las callejuelas del trayecto de la procesión adornadas con exquisito gusto: faroles, gallardetes, tapices, colgaduras alusivas a la Eucaristía, banderas, flores y guirnaldas. Los escaparates montados con temas eucarísticos. El suelo alfombrado de tomillo exhalaba una aroma como de incienso finísimo.
 
La Solemne Eucaristía celebrada antes de la procesión estaba  muy bien preparada, para que participara todo el pueblo, con una homilía breve pero bella y esperanzadora y el aliciente de celebrarse según el rito mozárabe. La catedral primada de bote en bote y después, la procesión, sin apenas cortes, todo un desfile espectacular, artístico e histórico donde pasaron los muchos siglos que Toledo tiene. Ha valido la pena.
Sin duda, como me imagino en toda fiesta tumultuosa, habrá habido abusos, pero un  visitante como yo, que iba al grano, ni me he enterado. ¡Ah! Y el viaje, con la velocidad del AVE, un alivio.

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