jueves, 3 de noviembre de 2011

¡A estas alturas, yo, descubriendo el Kempis!


Los Propagandistas Católicos del CEU me han mandado un obsequio por una conferencia que di sobre cine. Entre otras cosas, me regalan una versión recién editada del Kempis. Cuando yo era un adolescente y estaba en el seminario,  se leía la “Imitación de Cristo” en el refectorio a la hora del ¡frugalísimo! y silencioso  desayuno. Ni lo entendía ni me interesaba: me aburría.

Desde entonces, le tomé quimera. Ahora lo leo con verdadera fruición y lo descubro como un libro espiritual de una modernidad apabullante, que ya le hubiera gustado escribirlo Pagola. Porque, que ya en la Alta Edad Media se escriba que Palabra, Oración y Eucaristía son las columnas de la vida cristiana, es adelantarse en siglos  a los mismos “descubrimientos” del Vaticano II.

“Tres cosa hay, amado lector, que notablemente aprovechan al ánima que desea salvarse. Una es la palabra de Dios, otra es la continua oración, otra es recibir muchas veces el precioso cuerpo de nuestro señor Jesucristo. Estas tres cosa leemos haber sido muy usadas en principio de la Iglesia cristiana: y por eso fue tan próspera en Dios…”
Del prólogo (Contemptus mundi, nueuamente romançado
[Sevilla, J. Cromberger, 1536])

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