martes, 15 de noviembre de 2011

Habemus Papam! Mucho que considerar en la Iglesia.

El psiquiatra intenta hacer el psicoanálisis al nuevo Papa, ¡delente de todos los cardenales!
Aunque en otro momento os entresacaré un breve sermón que un papa de incógnito oye en una iglesia casi vacía y de labios de un sencillo y joven sacerdote que lo predica, ya os desvelo lo que era muy fácilmente adivinable: la película de un papa electo al que le da una ataque de pánico antes de salir al balcón de la plaza de San Pedro del vaticanoes Habemus papam!. No me gusta en el blog  colocar textos largos pero ahí tenéis parte de la crítica que he publicado en una revista.

“El asunto de esta película no es nuevo: la renuncia al solio pontificio  se ha dado en la Iglesia (alguna habrá sido ocultado bajo el secreto del conclave) y ya en el siglo XIII el ermitaño Celestino V renunció, asustado –por ese miedo, Dante lo coloca casi en las puertas del infierno-, ante el grava oficio de gobernar la Iglesia.

Tentador era para el cineasta italiano Nani Moretti no acometer un filme donde él pudiera hacer su crítica punzante sobre la alta jerarquía de la iglesia. Sin embrago, su revisión del mundo vaticano ha sido esta vez, amable, cariñosa y hasta positiva, sin dejar sin embargo de denunciar el solipsismo del Iglesia, la inadecuación de esta con los tiempos que corren, el oropel del esplendor ceremonial, el aislamiento histórico que sufre el papa. En el fondo es toda una reflexión sobre el poder y su representación propagandística y teatral, la distancia de la Iglesia católica de los problemas reales de la calle, el secretismo vaticano, pendiente siempre más de la apariencia que de la sinceridad, de “dar imagen” y hacer creer que no ocurre nada y todo sigue en orden. Cosa muy a considerar en nuestra Iglesia.

 Nani Moretti ya había hablado sobre la situación de la Iglesia y las crisis sacerdotales en “La Misa ya ha terminado”. Hombre de convicciones izquierdistas y muy independiente, en Italia se le considera el “Pepito Grillo” de la sociedad italiana. Casi siempre, utiliza el tono de comedia y combina cierto realismo con el esperpento y casi el surrealismo. Rompe muchas veces la tensión dramática con pequeños toques humorísticos: en Habemus Papam, por ejemplo, la interrupción de la letanía; la “piña” que se pega un cardenal, cuando se apaga la luz en el conclave; los cardenales en este intentándose copiar, el intento de tres de ellos de escaparse del encierro para desayunar unas deliciosas “bombas de crema” en la pastelería o el partido de voleibol que organiza el psiquiatra con los electores del conclave. La conducta de los cardenales es muy infantil. También hay momentos de alto valor discursivo y en absoluto no exentos de razón y que, lleno de emocionada ternura, nuestra Iglesia debería tener en cuenta en su reforma: por ejemplo, la conversación con la psicóloga, el monólogo del papa huido en el tranvía, la homilía que el cura de parroquia dirige a una iglesia vacía y a la que asiste el papa de incognito, la secuencia del encuentro por los cardenales del papa escondido en el palco de un teatro donde se representa “La gaviota” de Chejov y el discurso final del Papa en el balcón donde la gente en la plaza aplaude a rabiar cuando éste habla de cambio de rumbo en la Iglesia.

La interpretación de los actores acompaña y da esplendor a este sereno filme. Michel Piccoli interpreta muy bien al personaje principal el cardenal Melville electo, pero quizá le falte profundidad a un personaje (nada sabemos de su vida pasada) que se pasa demasiado tiempo de la película pasmado.”

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