domingo, 1 de enero de 2012

El boson de Higgs (esto no es Tolkien) o la partícula de Dios



Viendo la descacharrante parodia del cómico José Mota en un programa de televisión de fin de año sobre el diálogo entre fe u ciencia, no he podido de dejar de acordarme de la incomodidad de algunos científicos sobre el nombre popular ("¡partícula de Dios"!) que se ha querido dar a la partícula llamada bosón de Higgs, que está a punto de descubrirse y que explicaría el origen de la masa y lo que originó el Big Bang y llegaría a los mismos cimientos de  Dios. 

Incomodidad que yo también comparto por el empeño de tanta gente de llegar a la demostración científica de la existencia o inexistencia divina. Si se pudiera una u otra cosa, ¡Dios no sería Dios! Ciencia y fe son dos caminos de conocimiento que, sin oponerse, deben ser exquisitamente independientes.
   
Muchos que guardan silencio sobre Dios son más religiosos que algunos creyentes (mejor, crédulos) que piensan que si a Dios lo colocan en todos los guisos de la vida (como el perejil) le van a dar más culto y presencia, olvidando que precisamente en el silencio y en la noche oscura es donde al final aparece Dios.

 (En el desternillante sketch cómico que menciono aparecía un científico y un obispo "dialogando" a golpes sobre quién poseía la verdad. ¿Por qué el clérigo era un obispo anglicano?; ¿para no ofender a los nuestros? o ¿no será que aquí en nuestra católica España no hay obispos tan intelectuales?) Por cierto, el que ataca primero y tambien da el ultimo golpe... ¡es el obispo! ¿Por qué será?)


A veces, este celo “presencial” de Dios hace más daño a los buenos creyentes sencillos y auténticos y hasta los escandaliza: véase el testimonio de un personaje tan sombrío y turbio como el sastrecillo (poco valiente) del escandaloso caso Gurtel que el otro día testimoniaba: “Juro ante Dios y ante este tribunal…” ¡uff!

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