viernes, 13 de enero de 2012

Cocina para sibaritas


Anoche estuve viendo, solo un ratito, un documental sobre la cocina y, el éxito y la “canonización” en vida de Ferrán Adrià, famoso en el mundo entero por su restaurante El Bulli. Curioso, hasta dónde puede llegar el refinamiento y el olvido de las funciones primarias de algunas actividades y necesidades fisiológicas. Dicen que eso es cultura y lo es, aunque me parece que son más acervo cultural de la humanidad las recetas de los guisos de nuestra abuela, que las del señor Ferrán que cocina para sibaritas y multimillonarios.

Pero algunas veces esto de la alta “nouvelle cuisine” puede llegar a la depravación y a la degeneración, sobre todo cuando los que ejercen esas actividades gastronómicas tan refinadas y deslumbrantes pueden ver que la comida, como tantas otras cosas, no deben ser tapadera u orejeras como las de los burros, para no ver las necesidades reales que hay alrededor.

Que se lo pregunten a los d Etiopía o Haití. Viendo degustar a un gastrónomo casi desdentado,  el ultimo experimento de El Bulli, me acordé de una escena de la película “Mamut”, donde una abuela lleva a su nieto que quiere dejar de ir  la escuela para trabajar,  hasta una inmensa escombrera de basura donde otros niños hurgan en  ella para sacar algo de provecho. Allí entrecoge un trozo de pan y le dice a su nieto hambriento, que lo coma. Ante el asco y la negativa del niño, la abuela dice :”si no vas a la escuela, ¡acabarás como estos pobres niños!”.

1 comentario:

  1. Excelente tu articulo,concuerdo en todo lo que has dicho,para mi la cocina molecular aunque si es agradable no es una cosa natural,es mucho mejor la cocina tradicional.Daniela decessione del quinto

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