viernes, 16 de marzo de 2012

De fallas con el arzobispo



En mis últimos cursos de seminario, hacia finales de los años sesenta, los seminaristas vivíamos en un estrictísimo internado. Pasábamos mese enteros sin salir del edificio mastodóntico de Moncada. Si lo hacíamos era para ir al oculista o para comprarnos zapatos que era la excusa para salir de aquel encierro. Yo recuerdo no haber asistido a la Primera Comunión de mi hermano porque denegaban el permiso.

Había algunas semanas que estaba además más que prohibidísimo, por ejemplo en tiempo de Fallas, (yo me escapé un año con otro compañero y casi me cuesta las órdenes sagradas.)

Pues bien, ahora es el mismo arzobispo quien sale la noche de la “plantá” con sus seminaristas y acaban, como es de rigor, tomando chocolate con buñuelos o churros. ¡Pero que muy bien! Y cómo, han cambiado para mejor, los tiempos. Desde aquí felicito  a los seminaristas por tener un arzobispo tan chulo.

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