martes, 17 de abril de 2012

Ocho días en Polonia


Y ocho días de descanso para los que con vuestra paciencia seguís mi blog. El lunes de Pascua, acabada la Semana Santa de este año, me fui con un grupo numeroso de amigos que tengo en Paterna, encabezado por su propio cura párroco, José Luis Llopis, a visitar ese país del corazón de Europa, conocido por sus traumas y complejos –no hay desdicha que se no se abata sobre él- y ahora aun más conocido positivamente por ser el solar patrio de donde salió el Papa Woityla, naturalmente para los polacos el más importante héroe nacional.

Me ha parecido Polonia un país sin contrastes, de gente algo meláncolica y acomplejada, obsesionada por lo religioso,  asustada por su pasado y con pocas ganas de sonreír.

Desde luego he visto algunas cosas que me han llamado la atención, como la terrible naturalidad del espanto de Auschwitz, la belleza de la Plaza de Cracovia y su gran ambiente y el enorme lujo de los hoteles en los que hemos estado hospedados.

¿Lo mejor? El ambiente armonioso, divertido, encantador y amistoso de los que formábamos el grupo, que aunque no heterogéneo por la edad, si lo era por las caracteres: y todos tan contentos y unidos. Así, se puede viajar al fin del mundo.

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