martes, 31 de julio de 2012

Acogotado por el verano



Julio se acaba, pero el calor intenso (o mejor dicho,  la intensa humedad atmosférica que provoca la cercanía del mar) no remite. ¡Estoy acogotado por el calor! Aunque me libré de él en mis cortas vacaciones en el Pirineo,  - días sin sudar, sin tocarte el cuerpo y notarlo grasiento- ahora purgo el placer que me di. 

Llevo unos días con una pereza inmensa, abúlico, obsesionado por el calor y los ventiladores. Dentro del templo da la sensación de que el calor ambiente se triplica, es como estar dentro del vapor de un puchero: vestido con las ropas litúrgicas, bajo los fuertes focos del altar, mi frente es una cascada de agua que a veces me empaña las lentes e irrita los ojos. 

Estoy acogotado por el calor, y además, literalmente, porque yo, por  donde más parece que tengo y funcionan las glándulas sudoríparas es por el occipucio. (O sea, el cogote).

Mañana es  ya agosto: promesa de que pronto comenzará el enfriamiento y el declive de la canícula: Ensi-soit-il!

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