sábado, 19 de enero de 2013

¿La religión de la severidad? (a propósito del Evangelio del domingo)


En el Evangelio que se lee este domingo en todas las iglesias del mundo se nos muestra el milagro de las Bodas de Caná. Esto del vino, como un objeto de milagro, es poco serio. Que Jesús y su madre provoquen la más que euforia general, bebiendo buen vino en una fiesta me parece una provocación. Lo serio, lo sensato, es que la moderación y las ascesis fueran los sabios y sanos consejos que dieran del de Nazaret y su madre. Pues no. ¡Venga alegría, mas juerga! Para colmo, y más adelante, a Jesús se le ocurre fundamentar el sacramento de su presencia (la Misa, la Eucaristía) en el vino.

Yo me pregunto entonces de dónde viene esa tendencia obsesiva hacia la fe como sistema de aguafiestas, a la piedad como severidad y oscuridad, las caras largas como signo de que se es más  religioso, hacia lo oscuro y lo negro, hacia las tristes y dolorosas penitencias cuaresmales excesivas, hacia el luto, etc… de los que parece que aun no se ha liberado nuestra Iglesia?

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