viernes, 31 de enero de 2014

En los Salesianos de Barakaldo

Éste es el aspecto actual de mi colegio

Hoy, los salesianos, celebran la fiesta de su fundador: San Juan Bosco, que fue un sacerdote, cuya infancia fue dura y difícil. Cuando se ordenó cura, vio que en las calles de su ciudad, Turín, había muchos niños callejeando, sin escolarizar. Se le ocurrió crear una especie de escuelas libres para alfabetizarlos y enseñarles oficio. Murió en 1888 habiendo extendido su obra en favor de los adolescentes y jóvenes por toda Europa. En Utrera (Sevilla), en donde soy nacido, fundó su primer colegio en España.

Me siento feliz en este día porque yo también estudié en un colegio salesiano. Era el de Barakaldo (Vizcaya) que, después parece ser que se dio a conocer porque fue vivero de nacionalistas (uf, qué peste!) vascos.  

Mis recuerdos son en su mayoría muy gratos: creo que ya allí me aficioné al cine; los domingos por la tarde nos ponían películas de episodios, (o jornadas. como se llamaban entonces: “Fu Manchú”, “El Capitán Maravillas” (que decía “¡Sazham!” y se transformaba e un súper héroe al servicio de los débiles), las graciosas películas de “El Gordo y el Flaco”.

Recuerdo especialmente dos profesores salesianos que tuve: uno, flaco, menudo y muy bondadoso y preocupado por nosotros,  que nos daba gramática española y nos hacía nos hacía dictados y cuentas en un cuaderno que procuraba fuera muy pulcro. El otro profesor era malvado, fanático de la disciplina. Yo creo que era un sádico y de cuyo nombre aún me acuerdo: don Luciano. Nos imponía castigos físicos insoportables solamente porque nos pillaba hablando en la fila.

En mi nebulosa memoria, aparece un gran patio, y unos porches donde, bajo su cobijo, antes de entrar en el salón de actos para ver el cine, los domingos, los críos nos citábamos para intercambiar los tebeos de “Supermán”, “Batman”, “ El Hombre Araña”, y “Vidas ejemplares”. De eso hace ya tantos años… ¡segunda década de los años 50!

En mi vida piadosa, guardo la memoria de Santo Domingo Savio, de la “Compañía de la Inmaculada”, y una devoción llena de ternura a María Auxiliadora.

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