domingo, 16 de marzo de 2014

Tarde de toros




Entre las cosas bonitas que gusto hacer en la semana de las fiestas de las Fallas, suele ser ir a ver una corrida de toros. Ayer mismo estuve en una disfrutando de una buena tarde de espectáculo taurino.

Yo no entiendo mucho de toros, pero me gustan enormemente. Es uno de los para mí más bellos espectáculos del mundo. (¡Antitaurinos, perdonadme la vida!) La plasticidad y estética de este antiquísimo juego del hombre con la fiera es admirable. Y ayer tuve la oportunidad de disfrutar de ello, que no todas las tardes de toros son buenas.

Como digo, no entiendo mucho. Por eso os transcribo el comienzo de la crítica taurina publicada hoy en “El País”, y escrita por mi buen amigo Vicente Sobrino:
"Sinfonías de Morante y Manzanares". “La corrida acabó como empezó: mal. Con un toro, el que abrió plaza, devuelto por inválido, y otro, el sexto, que se lastimó la pata delantera izquierda cuando la tarde apuntaba al final apoteósico. Entre medias, muchas cosas. Porque en esta séptima de fallas hubo casi de todo y casi todo lo que hubo fue bueno. Muchas cosas que contar, en fin”.

Envidio el estilo literario de los críticos de toros, convertida en todo un género. La austeridad de sus palabras, lo bien ajustadas están sus frases. El discurso certero y eficaz que resume lo que puede ser dos horas y media El más original y grande espectáculo del mundo.

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