El Papa quiere que este año sea el “Año de la Misericordia”,
para recordarnos que el Dios que nos reveló Jesucristo es el del perdón, el de
la amnistía, la solidaridad y la ternura. ¡Qué maravilla si todos albergáramos
en nuestro corazón estas actitudes, cuánta felicidad tendríamos! No nos ayuda la sociedad en la que vivimos: parece que el
sentido de justicia, obligue a olvidar la misericordia. Aquí, quien la hace, la
paga.
Esto incluso, se multiplica en la esfera de la política casi histérica que en España estamos padeciendo. Preguntádselo
a los políticos imputados, o a cualquiera que se haya salido del tiesto y es
descubierto: a los implicados de los ERE en Andalucía, a los del “affaire” Gürtel
de Valencia, al que pudo ser concejal de
Cultura en Madrid Guillermo Zapata, por
unos “tuits” que escribió en 1911, a Rita Maestre, portavoz
del Ayuntamiento de Madrid que asaltó la capilla de la Complutense…
El pasado vuelve, el pasado pesa, el pasado
impune cobra después peaje o sea, el que
la hace, la paga. Pero con Dios, el auténtico, no el dios que nos hacemos a
imagen y semejanza nuestra, eso no ocurre. Basta volver hacia Él y ya no hay más que presente responsable y futuro
abierto. Ninguna multa, ningún impuesto: él es diferente como se dice en Isaías
55,8: "Porque no son mis
pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos -
oráculo de Yahveh "
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