sábado, 11 de julio de 2015

Una fiesta religiosa y peculiar en el Jardín del Turia



Escapando de la encerrona en casa que durante el día me somete el terrible calor de este verano, he salido un rato a pasear a última hora de la tarde por los jardines del viejo cauce del río. Corría ya una brisa algo refrescante, aunque el suelo todavía despedía el calor acumulado de este cruel sol veraniego.

Allí me he encontrado, para mi sorpresa, con una imagen de la Virgen, cubierta de cintas y medallas de abigarrados colores, que habían colocado encima de un muro corto de altura. Con flores, con velones encendidos, dos mujeres la custodiaban. Me he acercado a ellas y les he preguntado qué imagen de la Virgen era aquella. Me han dicho que era la Virgen Urqupiña,  de gran devoción en Bolivia. (Después me entero que esta virgen, llamada  así, es una advocación de la Virgen Asunta que se venera el 15 de agosto en la ciudad de Quillacollo, capital provincial que se encuentra a 13,85 km de la ciudad de Cochabamba en Bolivia).

 Luego, una de las mujeres que custodiaban a la imagen, me informan que están esperando a un montón de gente que en ese momento estaban en la misa que en su honor se estaba celebrando en una parroquia próxima (seguramente, Santa Mónica). Hasta bien tarde estarán en el jardín del río, alrededor de esta imagen, tocando música, bailando en su honor y haciendo una típica fiesta.


A mí me ha dado un poco de lástima ver a esta gente, trabajadora, sencilla y humilde, indiecitos en su mayoría, que tengan que buscarse un parque público para celebrar esta fiesta religiosa que les recordará a su añorada y lejana patria. La visita ayer del Papa a Bolivia, llena de cariño, entusiasmo, de respaldo a ese país que parece olvidado es algo que me consuela.      

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