lunes, 10 de agosto de 2015

Cambiar de hábitos




Todos los veranos me pasa lo mismo: mentalmente me propongo cambiar de hábitos de mi vida diaria. Además del de la alimentación con el que estoy bregando, debido al régimen de comidas que mi medico dietista me ha impuesto y yo libre y decididamente he acogido, está el mal habito que tengo, por ejemplo, de trasnochar y que repercute, naturalmente después, en madrugar poco. Que conste que no me cuesta, y además me gusta madrugar. Pero este hábito  -trasnochar y no madrugar- por ejemplo, me provoca cierto desorden en mis horarios del día, y me da una extraña experiencia de anarquía temporal.

Así que en agosto, este mes de vacaciones, en que por ocio y viajes y cambios de residencias, muchos ritos y costumbres diarias se desbaratan y truncan, yo me propongo (con poca convicción, esa es la verdad) lo conveniente que sería el cambiar algunos de esos hábitos. Tal vez mejorarían algunas cosas y me ayudaría a no percibir la angustia de la fugacidad del tiempo de la vida cotidiana.

Pero, si uno ya anda tiempo ha,  mal acostumbrado, puede ser difícil si no imposible, el hacer ahora el cambio.

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