miércoles, 4 de noviembre de 2015

La visita de un alumno
















Esta tarde he tenido una honda satisfacción cuando me ha visitado un antiguo alumno de mis clases de instituto al que no veía desde casi 25 años (ó más). Me había seguido la pista desde que se fue del instituto y hoy ha venido simplemente para saludarme y para darme las gracias por lo que yo, como profesor, y según me ha dicho, he influido tan positivamente en su vida. 

Diré que esto es verdaderamente emocionante y que simplemente me corrobora que hay mucha gente que ha pasado por nuestra vida, llena de nobleza y con un corazón agradecido. Me dice que otro profesor (que le daba geografía e historia) y yo hemos sido los dos maestros que siempre ha recordado, y que en muchos aspectos les hemos influido en su vida. 

 Fui profesor suyo en dos materias: Religión y Medios Audiovisuales (les enseñaba radio, fotografía, televisión y cine). De mi clase de religión me dice que gracias a la imagen de Dios que yo les explicaba, nunca ha perdido la fe. Para mí, pobre cura, es esto algo muy grande y doy gracias a Dios, porque ha sido su Espíritu, no yo, quien ha obrado tal cosa. De las clases de Medios Audiovisuales que yo impartía (fue una asignatura en cierto modo inventada por mí y que conseguí instaurar en el currículo escolar, cuando aun ni siquiera había comenzado el “boom” de los estudios de la imagen), me ha comunicado que aquellos conocimientos de fotografía que le enseñé aún ahora le sirven para aprovechar su todavía gran afición a la fotografía. También le transmití la apasionada afición al buen cine que hoy tiene. Sigue recordando con entrañable entusiasmo mis explicaciones de las películas de Alfred Hitchcock que yo utilizaba como método para aprender el lenguaje del séptimo arte, los géneros y la historia del cine y la construcción de los guiones cinematográficos. Mi memoria también me traslada a aquel tiempo en que, como profesor, yo aprendía tanto de mis propios alumnos.

 Me ha dado las gracias por todo, y yo también le he correspondido por ese bondadoso recuerdo de los tiempos en que, joven todavía, me dedicaba en alma y cuerpo a la enseñanza y educación más ilusionada de la gente joven. Estas cosas te aumentan la alegría de vivir, la autoestima y el optimismo y la esperanza de que sigue siendo posible un mundo mejor. Este antiguo alumno que me ha visitado me lo ha demostrado.

1 comentario:

  1. Felicidades, José Luis. La educación es algo muy duro, algunos profesores de mi familia dudan de si realmente sirve para algo su trabajo. Que alguien vuelva tantos años después y diga "sí, es un trabajo que sí que sirve" le anima a uno a seguir adelante. Felicidades, pues.

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