lunes, 2 de noviembre de 2015

Leyendo "El monte de la ánimas"


Esta noche es la “Noche de las ánimas”. La noche siguiente del día de Todos los Santos que inevitablemente me recuerda a mi infancia, cuando aún se vivía en el feliz aislamiento de los hoy omnipresentes medios de comunicación y el mundo no era una aldea global sino una aldea bien local.

En la tarde, pues,  de Todos los Santos, la víspera del Día de Difuntos, íbamos con nuestra familia al cementerio., mientras los mayores, llenos de melancolía, visitaban las tumbas de los seres queridos. Los críos nos juntábamos, nos susurrábamos historias de terror y cogíamos las piñas de los alargados cipreses y nos comentábamos que si las partíamos por la mitad, aparecería la faz de las calaveras. Después, al regreso, comíamos en un cucurucho de papel las primeras castañas asadas y antes o después de cenar, la abuela nos contaba algún cuento de terror, que nos ponía el corazón acelerado y los pelos de punta. No sé si aquella noche dormíamos muy bien. Pero no existían los escrúpulos y precauciones que hoy tienen los mayores con los niños para no traumatizarlos.

Después,  ya adolescentes, seguíamos escuchando otras historias terroríficas y yo como muchos otros, acudía a leer las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, los relatos de Lovercraft, o las historias de Henry James.

Así que ahora mismo, antes de acostarme, para situarme en esta noche de espectros, fantasmas y aparecidos (los zombies aún no se conocían) me voy a leer la preciosa leyenda de Bécquer "El monte de las ánimas". A mí me sigue pareciendo espeluznante. Os invito, queridos amigos, a que hagáis lo mismo.

2 comentarios: