jueves, 3 de diciembre de 2015

Los nuevos leccionarios


Aunque pueda parecer una reflexión demasiado interna y particular (tal vez cosa de curas y sacristanes) muchos de nosotros estamos contentos por la nueva edición de los Leccionarios o libros de lecturas que en la celebración de la Misa se van a leer a lo largo de este año litúrgico (o sea, desde esta semana,  primera de Adviento, hasta final de noviembre. Son éstos nuestras herramientas principales del trabajo pastoral

La edición de los nuevos libros liturgicos de lecturas es primorosa, a mayor tamaño, con una encuadernación muy noble, bella y fuerte y una impresión de textos sagrados que ayuda, con elegante distribución, letras capitales, pequeños adornos, y sobre todo, con una letra mucho más grande (ahora no valdrá la excusa de decir que se han olvidado las gafas, para salir al ambón a leer)


Pero tal vez, para mi gusto y opinión personal,  lo mejor de estos nuevos libros de lecturas de uso litúrgico es la nueva traducción con que se presentan.  Es la de la  Biblia de la Conferencia Episcopal Española, que sobre todo, destaca por su claridad en el lenguaje para llegar y acceder llanamente a todos los que en la iglesia escuchen la Palabra de Dios. Aunque algunos puristas protestan -¡como no!- porque en cierto modo se ha abandonado el lenguaje bíblico y teológico que le resta profundidad, pero que suena a arcaico a veces o a demasiado clerical-,  lo importante es que el mensaje de la Biblia llega a la gente con un lenguaje, vivo, actual y directo.


Algunos estamos esperando con ansiedad otra cosa muy importante: la tercera edición del Misal Romano (o sea, el libro del  altar), cuyas oraciones son muchas veces demasiado redondas porque siguen el modelo del perfecto latín eclesiástico, y son bastante inexpresivas para los cristianos de hoy. Al menos, esa es mi opinion.

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