domingo, 3 de julio de 2016

La ternura de Dios (a propósito del domingo



Isaías, ese profeta genial y escritor y poeta maravilloso nos habla en un texto que es increíblemente avanzado de un Dios que es como una madre. No sé si fue este texto el que inspiró al papa Lucciani  la expresión de que "Dios es madre" pero, desde luego, es una imagen audaz de lo que es Dios para los que creen en el Evangelio de Jesús. Pues es así como el carpintero de Nazaret nos explicó cómo era ese padre-madre que él tenía y que también nos dio a nosotros.

No es Dios ese ser supremo convertido en una idea abstracta, cuando no totalmente errónea, que muchos tienen. Una especie de teoría a la que se acude cuando no hay más remedio (“Deus ex machina”), o se convierte en una respuesta teórica a las preguntas de la vida, una idea que está en la mente de muchos, abstracta, lejana, fría e indiferente al vivir humano. Una idea de la que se prescinde cuando y no interesa, se deja de lado y al final se abandona, apuntándola en la lista de las quimeras o cosas que ya no existen. Es el ateísmo práctico o teórico.


Pero hay otro Dios que es mucho más cercano y que nos mostró Jesucristo:  es como una madre que nos amamanta, que nos acaricia como a un bebé, que nos sostiene en sus brazos: ése el Dios de Jesucristo, el Dios del Evangelio tan cercano a nosotros que se transformó en un hombre herido por la debilidad y ansioso siempre de amar. Es el hombre Jesús de Nazaret que a todos nos envía como a aquellos setenta y dos discípulos, a anunciar el Reino de Dios, es decir, a experimentar que él es nuestro Padre, nosotros somos sus hijos y todos los hombres somos hermanos.

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