lunes, 11 de julio de 2016

Futbolmanía



Un vecino mío, cuando comenzó este torneo de la Eurocopa que ahora acaba, colocó en su balcón esta especie de altar laico deportivo. Ni qué decir tiene que seguramente muy cabreado y también decepcionado, en cuanto acabó el equipo español fue eliminado por Italia, retiró toda el aparato imaginero y colorista de la patria que había colocado. Y con toda la razón.

Ayer acababa el torneo de futbol de la Eurocopa 2016. Portugal ha sido la campeona, le arrebató a Francia, a última hora en la prórroga, el trofeo. Es curioso que siendo muchas veces ajeno a muchas noticias, te andas enterando, sin buscarlo, de ellas. No soy en absoluto un futbolero. A mí el deporte “rey” (?) ni fu, ni fa. Me causa más bien estupor que entre la gente haya personas con tan desmedido y furioso interés por un espectáculo deportivo que cada vez parece más degradado y prostituido.


La chulería de las grandes estrellas del fútbol, la ambición de los clubs convertidos más en franquicias que en cobijos de ilusión para los aficionados, las rencillas y discusiones de los entrenadores con sus teatrales y dramáticas declaraciones, los intereses  comerciales descarados de las televisiones, las hazañas sexuales de sus profesionales que se creen vivir en total impunidad, etc., me asquean. La afición al deporte del fútbol y toda su parafernalia parece más bien una verdadera religión alienante que en muchas ocasiones degrada a quien la profesa. ¿Existe vida inteligente en el planeta del futbol?

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