miércoles, 29 de marzo de 2017

Miguel Hernández, 75 años





















Ayer se celebró el 75 aniversario de la muerte del nacimiento del poeta de Orihuela Miguel Hernández. Yo tuve la suerte de que muy joven, y en las aulas de un seminario, se me dieran a conocer su poesía gracias a las explicaciones de un profesor "progre" de una amplia cultura europeísta (teníamos muchos),  pintoresco y entrañable, que nos habló un día en su clase y nos recito una muestra de sus poemas. En aquel tiempo el nombre del poeta estaba casi prohibido mencionarlo, por la represión y la muerte penosa que tuvo que sufrir en las cárceles de Franco. Y cuando casi de él no se hablaba, yo en el seminario, casi me sabía de memoria los versos de "El rayo que no cesa" que la colección Austral desde Argentina, lo había editado. Más adelante, llegaron los mercachifles “cantautores” que lo pusieron de moda.


La voz de aquel poeta a mí siempre me acompañó. Fue un hombre sin estudios universitarios, sin bachillerato elemental cuyo saber poético lo había aprendido por leer muchos versos (especialmente de los poetas del Siglo de Oro). En su juventud fue pastor de cabras. Y cuando ya en Madrid logró darse a conocer, los poetas "señoritos" de la generación del 27 lo menospreciaban. Hombre muy religioso, se radicalizó durante la guerra civil y quizá fue manipulado por posturas radicales izquierdistas. Otro gran libro público por entonces: "Viento del pueblo".

Sin padrinos que lo avalaran, no pudo como otros, poner tierra por medio y gozar de un exilio dorado. La represalia de los vencedores le alcanzó y murió de tuberculosis en una triste cárcel de Franco. Antes y allí mismo el gran dramaturgo Buero Vallejo, compañero de celda, lo dibujó con lápiz de carboncillo y nos dejó el rostro de aquel joven de 32 años de mirada tan clara, soñadora y lírica como sus versos.

Como tantas veces y como homenaje, ayer mismo releí sus poemas…
Sentado sobre los muertos que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos y empuño rabiosamente
 la mano del corazón y el alma que lo mantiene.
Que mi voz suba a los montes y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta desde ahora y desde siempre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario