martes, 21 de marzo de 2017

En mi cumpleaños



Ayer fue mi cumpleaños. He cumplido, como quien dice, setenta y dos “tacos”. No está mal y espero más. Nada me quita la sensación de que el tiempo va pasando tan rápidamente, como la arena que de un puñado se escapa de entre los dedos. Pero mirando atrás, uno no puede más que estar agradecido.


Como un buen vino, año tras año, he bebido unos buenos tragos, aunque algunos -así es la vida- han sido bien amargos. No me puedo quejar. Espero que en la botella de la vida, aun quede más.

Nací en 1945, y mi llegada al mundo comenzó con el inicio de la primavera: no se pueden tener mejores augurios. Aunque soy algo inclinado hacia la melancolía, en mi corazón siempre ha anidado  la esperanza. Mi adhesión personal a Jesús de Nazaret el Cristo, que me hace llegar hasta Dios,  me ha ayudado a mirar el mañana con optimismo. A Dios, pues, doy gracias.

He recibido a lo largo del día un montón de buenos deseos de mis amigos, en llamadas telefónicas o notificados por WhatsApp o por Facebook. Algunos de ellos habrán sido activados por el automatismo de las redes. Pero muchos otros han sido fruto del cariño y aprecio que me tienen. Tengo la autoestima, gracias a estos amigos, por las nubes, como cuando se paladea un buen vino.

Por eso, desde aquí y a todos mi agradecimiento. Que siempre esté  unido a vosotros, queridos amigos, que nunca os falle. Gracias, gracias, gracias.


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