sábado, 11 de marzo de 2017

Impresiones de tierras lejanas



Al entrar en un templo sintoísta, un occidental puede quedarse perplejo: siente el enorme peso de la tradición que ha levantado monumentos abigarrados a dioses que uno no conoce e imágenes sagradas cuya apariencia le parecen aborrecibles. Su aspecto terrible y temible andan lejos de la dulzura amabilidad de las imágenes religiosas cristianas. Los dragones, terribles y temibles para nosotros son para los orientales sus ángeles benignos.

Pero no es cuestión de estética o  de otras culturas o de historia o tradición, sino de sensibilidad espiritual: ver a los creyentes orientales entrar en relación con sus dioses a través de sus gestos y ritos para mi confusos y exóticos, también conmueve y te hace entrar en empatía con ellos.

 Lo religioso es eminentemente ese aliento del espíritu humano que se mueve en medio de la concreción de la historia, la tradición  y la belleza.

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