domingo, 5 de marzo de 2017

Tentacion en el desierto (una adaptación)


Jesús se marchó un tiempo al desierto. Allí estaba lejos de la gente, porque necesitaba pensar bien qué iba a hacer. Pasó cuarenta días rezando. Y entonces el diablo le puso tres pruebas.

Primero le colocó unas piedras delante. El diablo sabía que Jesús tenía hambre, porque llevaba semanas ayunando. Y le dijo: “Anda, si eres tan poderoso, ¿por qué no haces que se conviertan en pan? Y así puedes acabar con el hambre”. Pero Jesús le contestó: “No sólo de pan vive el hombre, sino de las palabras que salen de la boca de Dios”.

Después el diablo le llevó al edificio más alto de Jerusalén. Y le dijo: “Tírate desde aquí y haz que te salven los ángeles”. Pero Jesús le contestó: “Anda, no me intentes engañar”. Porque sabía que si empezaba a hacer ese tipo de cosas, la gente le seguiría por miedo o por poder, pero no por fe en el Dios del amor.

Al final, el diablo le llevó al monte más alto de la región, le enseñó todo lo que se veía y le dijo: “Te haré el dueño de todo, si te arrodillas y me adoras”. Y Jesús le contestó: “Está escrito que solo hay que adorar a Dios”.

El diablo se marchó, fastidiado porque no había conseguido hacer que Jesús cayese en sus tentaciones. (De "REZANDO VOY", niños)

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