lunes, 10 de abril de 2017

El perfume de nardo


“María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?”…

El olor de ese perfume de nardo me transporta muy adentro, allí donde sólo tú, Señor, puedes acceder para cambiarlo todo en mi vida. En el suelo, con mi pobre perfume, unjo tus pies con mi pobreza, mi pecado, mi fracaso, mi dolor... Mi perfume no expande un olor agradable, pero si tú lo llevas a la Cruz, se transformará en un perfume de nardo, como el de María: un perfume que va a llenar de sentido mi vida, un perfume que va a llenar mi casa y la transformará en centro de acogida, de amistad, de amor, de ternura. Ahí me tienes Señor, a tus pies, y ahí seguiré esperando... esperando la claridad de tu mirada, esperando la ternura de tu amor. (Pep Baquer, sj)



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