sábado, 23 de septiembre de 2017

EN LA MUERTE DE PEPE CANET


Casi siempre la historia, sea con mayúsculas o minúsculas, se suele escribir recordando aquellos hombres o mujeres más famosos que la han construido. Y así, nombres que muchas veces se han impuesto a pesar de sus contradicciones son recordados como únicos gestores de esa historia. En la historia de nuestras parroquias, los nombres de los curas párrocos que por ellas han pasado suelen ser muchas veces los únicos recordados. Pero hay que afirmar que muchas de nuestras comunidades cristianas parroquiales han tenido siempre en acción desinteresada, silenciosa, y solidaria a muchos seglares que colaboraron con sus párrocos  y cuyos nombres merecerán siempre ser recordados. Sin ellos muchos logros pastorales no hubieran sido posibles.
 
 Pepe Canet es uno de ellos. Desde que se construyó nuestro templo parroquial hace ya más medio siglo, estuvo siempre presente como miembro activo de la parroquia de San Antonio de Padua. Preocupado por todos sus problemas, ocupado junto con su esposa de muchos de los menesteres cotidianos y servicios diarios que una parroquia requiere, participando con entusiasmo en todas sus actividades. Como laico ha sabido responder maravillosamente y espléndidamente con su colaboración a lo que le pedía su fe de cristiano y de católico.

Hoy ha fallecido. Y ha terminado sus días con la coherencia de su fe: luchando hasta el final, sin desalentarse,  por la vida, porque sabía que ésta se la había dado Dios como un don precioso. En medio del sufrimiento y el dolor de la cruel enfermedad, acompañado con todo el amor de su esposa y su hija, ha resistido hasta el final. Ahora descansa en paz y nos ha dejado, junto a las lágrimas por su pérdida, el mejor de los testimonios cristianos posibles. En las manos de Dios lo ponemos con nuestra oración..


El funeral de cuerpo presente, por su entierro lo realizaremos como él quería en su casa de creyente, a las 10 del domingo, en el templo parroquial. 

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