domingo, 11 de marzo de 2018

LA BUENA NOTICIA DE MI DOMINGO: ¡TANTO AMOR!



Me cuesta enormemente hoy escribir sobre lo que siento en este domingo con la lectura del Evangelio. Escribo al atardecer, después de haber visto la infame noticia de la aparición del cadáver el niño Gabriel, en Almería,  al que todos considerábamos nuestro hijo

La pregunta es cómo compaginar mi creencia en un Dios que "tanto amó al mundo que le entregó a su propio Hijo" con algo tan horrible. Sí, ese Dios, que es bueno y que quiere nuestra felicidad frente al crimen abominable que has sembrado tanta angustia entre nosotros. Si Dios es bueno y lo puede todo ¿cómo permite que realicemos aquí en este mundo algo tan terrible como es un infanticidio?


No sé qué contestar Y siento dentro de mí un gran movimiento de rebeldía. Jesús de Nazareth como yo ahora, sintió lo mismo. Pero si yo atribuyo a los humanos muchas veces las obras maravillosas que realizan, el heroísmo de muchos en favor de la humanidad, la bondad callada, silenciosa y anónima de muchos de nosotros, también habré de aceptar la maldad y monstruosidad que anida en el corazón humano. El "Dios todopoderoso" que puede evitar el mal en el mundo tiene las manos atadas: un corazón que ama a veces no puede evitar que la persona amada sufra. Dios se hace impotente porque quiere respetar la libertad con la que me creó y me reta a correr lo riesgos de vivir en libertad.

Mientras tanto, y  quizá siguiendo sin entenderlo, lloro por la muerte de ese niño, pido con rabia y confianza a ese Dios por todos los niños muertos maltratados, malqueridos, abandonados: que cesen estas abominaciones  y que a todos los pequeños nosotros los adultos les construyamos de verdad un mundo feliz, lleno de risas, ilusión y alegría.

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