viernes, 29 de octubre de 2010

¡Dragó, que pudo ser Pregonero de nuestra Semana Santa!

Ahí es nada, la que se ha armado con el escritor  Sánchez Dragó  y las niñas-lolitas con quien se acostó. Una polémica que uno no sabe a quién beneficia. Si a los enemigos del escritor de Madrid, si a la editorial del libro o a su propio autor. Pregunta: ¿este escándalo ha nacido por sí mismo o ha sido provocado?
Uno siente una gran vergüenza ajena: sea verdad o falso, sea un recurso literario o las lolitas eran unas chicas ya maduras que se hacían pasar por ninfas, la chulería del escritor que lo proclama a los cuatro vientos como un trofeo y que  se ríe porque es ya  un delito prescrito es un verdadero bochorno: como si ese estupro hecha ahora, antes o después no fuera algo repugnante.
¡Qué asco, queridos intelectuales-bufones de la Patria mía! (Y también señalo al coautor del libro, Albert  Boadella).¡Qué infinita vergüenza!
¡Ah, se me olvidaba: hace unos años –precisamente por los mismos de estos hechos vergonzosos- a Sanchez Dragó se le invitó a pronunciar el Pregón de la Semana Santa Marinera de Valencia. El arzobispado lo vetó. ¡La que armaron sus secuaces y él mismo, el vetado, acusando a la Iglesia, una vez más de cavernaria!

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