Abejuela, años 70

Atardecer desde la Nava de Abejuela 

 Ayer, en las imágenes del telediario, salió el pueblecito de Abejuela, aquejado, como tantos, de la pertinaz sequía que estamos padeciendo. Yo durante cuatro años fui primerizo Cura párroco de este pueblo de Teruel. Situado al sur de esta provincia, su término es como un pellizco que se adentra en los límites de la provincia de Valencia. Su cercanía al pueblo de La Yesa hizo que a mí Párroco de ésta, me nombrarán encargado de la parroquia de este pueblecito. (También me encargaba de Cervera de Arriba y Cervera de Abajo, ya en la diócesis de Castellón, por lo que yo en aquel entonces estaba  bajo la jurisdicción tres obispos: el de Valencia, Teruel y Castellón. Mi coche, un Seat 850, sucumbió en aquellas carreteras de piedra y tierra). ¡Tiempos heroicos y felices!

En aquel tiempo (1971) Abejuela tendría unas cien almas; ahora anda aún más despoblada y estaba prácticamente -no había carretera- aislada de su entorno provincial de Teruel. Una pista forestal mal cuidada la unía, salvando las cosas montuosas estribaciones del Javalambre, a la población turolense más cercana, Manzanera.

Ese fue el motivo por el cual yo estuve al cargo de Abejuela. Está a 1.200 m. de altura sobre el nivel del mar en medio de un pequeño valle que parece un circo glacial. Cuando se avistaba desde el coche, que dejaba una gran estela de polvo, y después de haber salvado muchas curvas, el pueblecito parecía un caserío de un Belén.

En el mes de julio, se celebra una romería en lo más alto de los montes que la rodean, en la llamada Nava de Abejuela, en la ermita dedicada a Santa Margarita; era una fiesta deliciosa. Religiosamente los de Abejuela eran, como los aragoneses, algo fríos, pero su trato era cálido, cercano y noble. Los recuerdo con mucho cariño.

Nunca tuvieron abundancia de agua, pese a estar en plena Sierra del Javalambre; ahora están sufriendo la grave sequía: un camión cisterna los está abasteciendo de agua periódicamente.