viernes, 24 de abril de 2015

En el día del libro


En el Día del Libro, el placer de la lectura es único. Leer a Cervantes, los que hablamos castellano, es el más grande privilegio

“¡Válame Dios, y con cuánta gana debes de estar esperando ahora, lector ilustre, o quier plebeyo,
este prólogo, creyendo hallar en él venganzas, riñas y vituperios del autor del segundo Don Quijote,
digo, de aquel que dicen que se engendró en Tordesillas y nació en Tarragona! Pues en verdad que
no te he de dar este contento; que puesto que los agravios despiertan la cólera en los más humildes
pechos, en el mío ha de padecer excepción esta regla. Quisieras tú que lo diera del asno, del
mentecato y del atrevido; pero no me pasa por el pensamiento: castíguele su pecado, con su pan se
lo coma, y allá se lo haya. 

Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco,
como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi
manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos
pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. Si mis heridas no resplandecen en los ojos de
quien las mira, son estimadas, a lo menos, en la estimación de los que saben dónde se cobraron; que
el soldado más bien parece muerto en la batalla que libre en la fuga; y es esto en mí de manera, que
si ahora me propusieran y facilitaran un imposible, quisiera antes haberme hallado en aquella
facción prodigiosa que sano ahora de mis heridas sin haberme hallado en ella. Las que el soldado
muestra en el rostro y en los pechos, estrellas son que guían a los demás al cielo de la honra, y al de
desear la justa alabanza; y hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con el
entendimiento, el cual suele mejorarse con los años.”

(del prólogo a la segunda parte de “El Quijote”)

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